Siempre escuchamos a nuestras abuelas decirles a sus nietos que no crezcan, que se queden chiquitos, al comienzo no entendemos pero cuando tenemos hijos y pasan los años, nos damos cuenta que es mejor que no crezcan porque en el camino llegan a la aterradora adolescencia, y es cuando la casa se transforma en un verdadero campo de batalla, donde nada les parece bien y todos estamos en su contra.
Padres e hijos, por generaciones han tenido dificultades cuando les ha tocado vivir esta etapa, los cambios no son sólo físicos, sino también de identidad y personalidad. Ya no son más los hijos tiernos, comprensivos y amorosos que eran antes, ahora se han convertido en jóvenes problema, que todo les parece mal.
Como padres de un adolescentes debemos tener muy en claro que nuestros hijos han crecido, que son seres pensantes y que no porque seamos mayores que ellos vamos a tener la razón siempre, muchas veces ellos nos dan excelentes lecciones de vida. Primero enfócate en que el diálogo es muy importante, pero no lo promuevas recién en su adolescencia porque sino lo hiciste antes será imposible que logres comunicarte con él, ahora. Ten presente que la comunicación comienza desde que son pequeñitos y les preguntamos que hicieron en la escuela o a dónde quieren ir a comer.
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